Monday, March 03, 2014

SALINGER Y EL CRIMEN PERFECTO



La clave para cometer el crimen perfecto no está en la habilidad, la precisión, el método o la sangre fría; el momento esencial se encuentra alrededor de la idea del Amor.

Uno mantiene las manos aún temblorosas sobre el cuello de la víctima y rápidamente busca librarse de todo. Lo mismo con las canciones o la literatura. Observa sus manos y en ellas la obra recién terminada, ya muerta, y quiere libertad. Puede ser que algunos busquen publicar, otros actuar y algunos no volver a publicar o actuar, eso es una cuestión entre el ego y la frustración, pero todos queremos eliminar el rastro, todos queremos el crimen perfecto. Todos queremos ser una mezcla entre intelectuales y pistoleros.

De la misma forma que el asesinato, en la obra de arte, la jugada maestra consiste en que el muerto no tenga nadie quien le quiera o eche de menos o aspire a conseguir su cercanía. Pero esto es muy raro en la historia del crimen o la música popular. Casi todos asesinamos gente querida o escribimos sobre gente o cosas que aspiran o inspiran amabilidad u odio.

Con las manos temblorosas continúas, haces la gira, las presentaciones y todo lo que te ofrece tu entorno, porque no somos capaces del crimen perfecto. 

Salinger en su búnker publica un magnicidio (si es cierto que el hombre tiene categoría de rey) y entonces le acontece esta perversión: eres demasiado responsable de tus obras. Se recluye pero de nada le sirve. Otros matan en su nombre. Cae John Lennon y podrían haber sido muchos más. Borra el rastro hasta su refugio en Hampshire pero da igual, ha escrito sobre Holden, sobre el niño que fuma dentro de todos nosotros, ha tocado el amor y todos aman su víctima y su verdugo.

Hoy actúas en no sé dónde y hay algunos que siguen tu trabajo. Lo primero es la vanidad pero luego se desvanece porque no quieres ser responsable de tus canciones. Actúas y repites un momento que ya fue, ya editaste, ya asesinaste. Extrañas el búnker pero no eres tan maníaco y al final pasa el día y la mañana que viene tras todos los días de tu vida.

"El corazón al vuelo, tu sonrisa en la salida del pueblo.
Con tu mano alzada, como diciendo -sal de aquí, te quiero-
Los trozos de galletas y zumo de naranja en el suelo de la furgoneta. 
Dolor de cuello, dolor y células muertas, ninguna mano cerca.

El corazón al vuelo, el crimen perfecto, la campaña a mitad, la playa helada y nieve en las cunetas.
Calor dentro, sol en los asientos, nieve en las cunetas, poco que decir sobre los crímenes perfectos.
Banana Fish, pero tú eres el muerto, para todo el que se atreva a leerlo.
Igual a algún escritor le consuela la idea de ser un día más cobarde pero más bueno"

4 comments:

Alexandra said...
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Ángel C. said...

Me interesa mucho lo que cuentas en este texto, siempre me he preguntado si los músicos no os cansáis de tocar las mismas canciones una y otra vez, cada noche lo mismo. Luego está la respuesta que siempre dan los músicos cuando les preguntan por esto ("cada noche es distinto, una canción no suena dos veces igual" o "cada vez que tocas una canción la reinventas") que a mí me suena a tópico.

Por eso me ha gustado la idea de las canciones como cadáveres que cada noche arrojas al público. No sé si estoy haciendo una buena interpretación, pero es lo que a mí me sugiere tu texto.

¿Cuál sería para ti el crimen perfecto?

Un abrazo.

rizino said...

Sí, te cansas a veces pero no de la canción si no de ti no respetando la canción, porque a veces anímicamente no estás igual.

El único crimen perfecto es el suicidio, de ahí el guiño a Banana Fish que cuenta una historia sobre eso. Ahí está claro que no amas a la víctima, ni quieres tener más relación con ella, porque eres tú.
abrazo

garin said...

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