Thursday, April 22, 2010

Yo era así 1.0


Yo era así en las navidades del 2002.

Caminaba por los pasillos del hotel Astoria de Bucarest y escuchaba el silencio de las esquinas de madera. Pocos Huéspedes, sorprendentemente todos parecían vivir en el bar. Nadie me obligó a pasar las navidades tan lejos de casa, nadie lo entendía, tal vez la recepcionista tampoco.

Fuego en las alcantarillas y secretos en las ventanas. Nunca fui un gran apasionado de los viajes, tal vez esa era la única manera de explicar que pasara tanto tiempo en los hoteles. Hay ciudades de la vieja Europa que solo conozco por el precio de las habitaciones.

Si me preguntaban qué me había traído allí buscaba cualquier excusa. Sólo dije la verdad una vez y fue a un pastor protestante; enfermo de lo mismo que yo. Me dio dos consejos: uno que no fuera nunca a Albania y el segundo que nunca cambiara mis ansiolíticos por el amor de ninguna jovencita.

Recuerdo las sillas de la biblioteca de la facultad de Medicina, recuerdo el precio de los cafés y las cucarachas en los abrigos de los vagabundos que se escondían en la estación.

Mi estancia fue solitaria hasta que un destacamento de oficiales americanos llegaron al hotel. No hubiera hablado con ninguno de ellos a no ser por la nostalgia de las historias de mi padre. Venían de Bulgaria y con ellos llegaron las prostitutas. Nadie las avisó pero el verde de sus uniformes brillaba demasiado sobre la nieve. Fui al bar como cada noche, fui a mi lado de la barra y yo era el único muchacho con el pelo largo.

- ¿Qué te ha traído aquí en esta época del año? me preguntó un soldado con acento australiano.
Una historia de amor fue la excusa que utilicé porque sabía que el campo semántico de un militar comprende esto sin tener que entrar en detalles. Después cuando empezamos a beber, la imagen se torno como de la segunda guerra mundial. Hablamos de la vida en las bases, lo que Europa fue durante la guerra fría y sobre cosas que él pensaba que yo no sabía. La noche también me hizo decir cosas que yo pensaba que él no sabía y antes de irme a dormir me dijo:
-Hay muchos como yo, muchos fuera de casa, dentro de 3 o cuatro meses me vas a recordar, te recomiendo que no cruces la frontera de Turquía, te recomiendo que busques el amor lejos de aquí.

Los consejos en los viajes nunca se deben seguir, a no ser que vengan de un pastor protestante o de un militar que no hace caso a las putas.

4 meses después, tomando mi café de las 3 de la mañana en la calle Corrientes en Buenos Aires, vi las bombas caer sobre Irak y recordé la cara del soldado. Todos ellos estaban esperando entrar en combate, y yo guardé mis ansiolíticos, no fui a Albania y vi caer las bombas como si ya supiera de antemano la tragedia.

Yo era así, en el verano opuesto del cono sur del 2003.