Wednesday, November 10, 2010

whisky man vs chinchón man

Llevo dos semanas fatal, con conciertos y demás que no me puedo dedicar a escribir pero en nada vuelvo.

El concierto de Galileo ha sido genial, la verdad es que me trae muy buenos recuerdos esa sala, y a veces uno se pone un poco nostálgico con estas cosas. Ya se me pasará.

Las canciones para el disco con Ramón están casi terminadas me queda pensar baterías y todo eso que me agobia más, pero estoy bastante contento con la forma que están tomando.

Y por lo demás tengo como una sensación de que algo chulo va a salir de todo esto. Bueno y sólo contar una conversación real que tuve ayer esperando a Enrique para ir a tocar.

Calle de las tres cruces en un bar en frente del teatro. Dos tipos en la barra, de unos 50 60 años.
De la conversación me doy cuenta de que son los productores de la obra de teatro que se está representando en frente, no me acuerdo, Toc Toc o algo así.
Uno bebe chinchón con hielo y el otro whisky con cocacola.

chinchón man: Bueno cómo va la recaudación?
whisky man: bien, hacemos 60 000, en realidad estamos perdiendo dinero
chinchón man: dirás que estamos dejando de ganar.
whisky man: bueno lo que tú digas. pero he pensado quitar a uno de luces porque para lo que hay que iluminar....
Chinchón man: Eso mola cantidubi... mientras apura su puro.

ahí lo dejo...

Tuesday, November 02, 2010

adicto feliz 3


“Los sonidos de la selva”

No me di cuenta de que huía de George hasta que me vi siguiendo un rastro por la selva.

El agua que brotaba desde mi boca me guió. Caminaba alrededor de las ruinas circulares jesuíticas. Yo dejaba un reguero a mi paso. En realidad buscaba la respuesta a la cuarta pregunta que formulé a George.

Los sonidos de la selva reverberaban contra las ruinas, contra mi boca abierta. De ella salía agua, era un gran salto de agua. Un sendero paraguayo parecía abrirse a mis pasos.

Ya sabía los nombres de los animales de George, sabía perder en el juego del Coyote y la oveja.

Entonces me di la vuelta y empecé a confundir mi agua, mi salto de agua, con un extraño líquido que se unía por detrás a mi pequeño riachuelo.

Era la solución, era tal vez, el camino que yo mismo estaba marcando, que volvía hacia mí. Mi salto de agua, mi infección volviendo a mí.

Ahora mis ojos ya no vigilaban las piernas de plástico de George. Estaba siguiendo mi propio camino, el que volvía a mí desde mi boca.

A mi lado estaba la imagen del jorobado de Notre Dame. No entendía qué hacía ahí, pero ahí estaba.

Cuando todo terminó vi el principio del camino de agua que me había llevado todo el tiempo.

Allí estaba “Graciela González con cariño”. Sobre una de las ruinas circulares, desnuda y orinándose en las piernecitas.

Estaba sentada en el borde de una bañera de metal con adhesivos en forma de pez en el fondo, así nunca podría resbalar. Con los brazos estirados sonreía y se sentía orgullosa de que yo la viese orinar en la bañera.

Sabía de dónde venía mi salto de agua, mi catarata, mis infecciones, mis obsesiones. “Graciela González con cariño” y su pequeño salto de agua se había encontrado con el mío allí, en las imponentes ruinas jesuíticas .

Los sonidos de la selva ya no se oían. Después de encontrar a G.G. , aún no sabía qué significa Guaraní pero ya no me daban miedo los sonidos de la selva. Ya podía caminar sin temor por sus sendas porque “Graciela González con cariño” me amaba y yo amaba su sucio salto de agua.

Monday, November 01, 2010

Un adicto feliz 2

Este ritual de los quilombos se repitió todas o casi todas las noches, y no cambió, ni siquiera cuando conocí a “Graciela González con cariño”, ni cuando ella me regaló el papelito.

Yo hice varias consultas a George. Creo que fueron cuatro:

La primera se trataba de la identidad y nombres de todos los animales de la casa.

La segunda acerca del juego de la oveja y el coyote.

La tercera sobre Wolfen y el porqué de la organización. ¿Qué hacíamos nazis de primera generación allá?.

La última pregunta era acerca de la palabra Guaraní.

Las respuestas fueron suficientemente desordenadas y despiadadas como para no poderlas reproducir pero creo que la cosa fue así:

George -Yo estoy aquí buscando mi libertad, y bien sabes tú que la he encontrado. No soy tan libre como Mus-mus pero más que Pancho, ese loro que sé que quieres quedarte.

Ya sabes cómo es todo esto, los coyotes son cuatro y salen desde casillas alternas; sólo tienen movimiento diagonal de uno en uno. En cambio, la oveja es una y puede mover hacia atrás.

Wolfen es un gran jugador, prueba a apostar con él. ¿Qué puedes perder?-

Wolfen podría ser el nombre de cualquiera de los animales de la casa de George. Es difícil ubicar su identidad...

Ya sólo faltaba el nombre de los dos perros. Y George siguió respondiendo.

-Te voy a mostrar un diario donde hay un artículo sobre el Dr. Binder. Allí podrás entender qué hacemos los nazis de 1ª generación en el Paraguay.

Es algo que deberías conocer, sobre todo si decides apostar contra Wolfen.

¿Cuánto tiempo hace que estás aquí? ¿No crees que es momento de dar un paso, de hacer algo?-.

Decidí visitar a Wolfen y decidí apostar, pero no pensé que perdería dinero. Yo sólo quería aprender esos malditos pasatiempos. No me interesaba hacer dinero en Paraguay.

Aposté sin querer y con el paso de los días tenía una deuda de veinticuatro mil reales brasileños.

Después de unas semanas, George continuó contestando anárquicamente a mis cuatro preguntas.

-El perro de aquí, el que se sienta siempre tan cerca, se llama Bandido y el otro es Pelo. Pero la última pregunta, la que intenta saber qué significa Guaraní se la tendrás que formular a tu putita, a Graciela González con cariño.

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Querido doctor Binder, inicié el camino de la adicción. Hay sustancias en la tierra que calman mi dolor y no puedo dejarlas por el simple hecho de amarlas demasiado. Ya no soy un hombre honesto, eso es parte del cambio. Graciela es inferior a mí, es después de tantos años de negación la única vía de salvación. Los seres están ordenados en toda la creación, los que no son mejores que tú te honran y dirigen hacia la salvación.